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En España, la donación de sangre está regulada y se realiza de forma altruista y voluntaria, lo que convierte al donante de sangre en un “cliente” que acude a un punto de donación por una motivación personal. Conocer las razones que motivan a los donantes es el punto de partida para garantizar la terapia transfusional. Los estudios realizados sobre la donación nos han revelado que gran parte de la población no dispone de la suficiente información para generar esa motivación, o lo que es igual, a mayor información y conocimiento sobre las necesidades de sangre y proceso de donación, mayor motivación para ser donante de sangre.
Han trascurrido más de tres décadas de la creación de los Centros de Transfusión, como servicios dependientes del Sistema Nacional de Salud, y una de sus funciones principales es el abastecimiento de sangre y derivados a todos los hospitales y centros sanitarios, públicos y privados. Dentro de estos centros, poco conocidos por el resto de Instituciones Sanitarias, las Unidades de Promoción son las responsables de informar y motivar a la comunidad en la donación de sangre. Son el primer eslabón de la cadena transfusional (sin donantes de sangre no puede haber transfusión) y son la parte más “invisible” para los profesionales de la salud y, a mi parecer y como parte de mi interés particular, para la profesión enfermera.
La Promoción de la hemodonación, la captación y fidelización de donantes, es el objetivo de las Unidades de Promoción. Sin embargo, no está concretado y conciliado un marco teórico-práctico para el desarrollo de las actividades necesarias para conseguir su objetivo y, lo que reclama más mi atención, cada Unidad de Promoción, de cada Centro de Transfusión, de las diferentes Comunidades Autónomas, se ha estructurado con la inclusión de recursos humanos de diferentes categorías profesionales.
Afortunadamente, en los últimos años, estas unidades han impulsado la incorporación de las enfermeras como promotoras de la donación de sangre. Sin embargo, la mayoría de nuestro amplio colectivo enfermero, independientemente de su rol, de su puesto de trabajo y de su centro sanitario, desconoce o no parece tener curiosidad en averiguar de qué forma se realiza la actividad de promocionar la donación de sangre. Así mismo, desconocen cómo se consigue que donantes altruistas acudan diariamente a los centros o locales de donación de todos los municipios de España, de Europa y del resto del mundo. Un acto cotidiano y mundial que da VIDA se nos presenta como algo “invisible” en nuestra actividad del día a día, en nuestra labor sociosanitaria y en nuestra responsabilidad profesional. Posiblemente, parte de esta “invisibilidad” haya sido favorecida porque la donación de sangre no se realiza, de forma mayoritaria, en los centros dirigidos directamente a la asistencia en los que tan cómodamente nos hemos establecido.
Nuestra profesión, amplia y diversa, está presente en todos los campos relacionados con la salud y la enfermedad del sistema sanitario, docente y social y hemos sido testigos, afortunadamente, sobre todo en las últimas décadas, de un desarrollo continuo y vertiginoso respecto a otras profesiones en el campo docente e investigador y, bajo mi punto de vista, algo menos en la actividad asistencial, siendo esta la más relevante y de mayor impacto social. Este desarrollo ha volcado mucha tinta en nuestro campo de interés, del que hemos obtenido esperanza por sentir nuestros objetivos cumplidos, reconocimiento y acceso a un plan de estudios que hace muchos años ya éramos conscientes que nos correspondía. Con todo, no podemos desestimar que el futuro de una profesión como la nuestra, se desarrollará de una forma diferente según las necesidades sociales e incluso de la visibilidad que la sociedad pudiera tener de nosotras.
Cuando aplico el conocimiento teórico a nuestra práctica cotidiana tengo la sensación, en ocasiones, de la existencia de un abismo entre lo que se dice que realizamos y lo que queremos hacer o lo que realmente hacemos. Esta distorsión, probablemente, sea un punto fuerte de nuestra profesión, por la amplitud de nuestro campo de actuación y por la diversidad en nuestros puestos de trabajo. Cada una de nosotras ha decido el rol que ocupa, pero todas tenemos la misma responsabilidad: la salud y los cuidados de la sociedad.
El concepto “cuidado” (del latín cogitatus: “pensamiento”), me ha ayudado a poder centrar y desarrollar “mis pensamientos” en la participación y responsabilidad de las enfermeras en la promoción de la donación de sangre. Nuestra profesión, en todo su amplio aspecto, está también más allá de los centros sanitarios asistenciales. La vida y el cuidado de la comunidad no es posible si no actuamos integradas en su entorno y abarcando todos sus recursos.
Gran parte de esta comunidad está formada por personas que, de forma altruista, generosa, solidaria y de manera “invisible” o poco conocida, llevan a cabo un aporte imprescindible para la recuperación de la salud: los donantes de sangre, personas anónimas que con su aportación consiguen dar vida y la sociedad necesita que esa vida sea donada.
Reclama mi atención, la escasez de “pensamiento” que hemos dedicado a promocionar la donación de sangre dentro de nuestra disciplina enfermera. En nuestros avanzados planes de estudio, y nuestros puestos de trabajo tan especializados, tenemos la formación respecto a toda la terapia transfusional y, sin embargo, no hemos incluido en ellos la forma de abordar la atención en esa “fábrica” de sangre generosa y altruista sin la cual muchas de las personas a las que les hemos dedicado nuestros cuidados hubieran fallecido.
Sin embargo, si revisamos el contenido de la asignatura de Enfermería Comunitaria del Grado de Enfermería, se confirma que en ella está definida conceptualmente la parte teórica y práctica de una promotora de donación de sangre. Tal vez, y regresando a mi “pensamiento”, hayamos sido los propios responsables de las Unidades de Promoción los que hemos causado la “invisibilidad” por no haber compartido este “cuidado”, de forma eficaz, con el resto las enfermeras.
La promoción de la donación de sangre debe ser una parte más de nuestro campo de actuación como agentes de salud que somos y como responsables de la salud de la población a la que atendemos. La donación de sangre es imprescindible, al igual que lo es la Educación para la Salud, y en ella se debería incorporar su promoción.
Nosotras, las enfermeras, debemos de ser las portadoras de un mensaje vital: “donar sangre es una necesidad social para mantener la salud de las personas y debe formar parte de nuestras vidas”. Donar sangre es donar vida y nosotras somos responsables de cuidar esa vida. Esta misión es nuestra, de pleno derecho y responsabilidad, ya que tenemos los conocimientos adquiridos en nuestros planes de estudios. Por tanto, las enfermeras están capacitadas para desarrollar las estrategias sociales y de salud, y para transmitir y educar a la comunidad en la necesidad de ser donante de sangre y consolidar el mensaje “la sangre es vida y no se puede fabricar”. Debemos aprender y enseñar que nuestra actividad debe ir más allá de los centros sanitarios.
Creo firmemente que las enfermeras, independientemente de nuestro rol y centro de trabajo, somos las que debemos actuar para dar visibilidad a esta necesidad social de informar y promocionar la donación, la captación y la fidelización de los donantes de sangre. En resumen: ayudar a conseguir los objetivos de las Unidades de Promoción de nuestros Centros de Transfusión.
Como final, mi agradecimiento a todos los profesionales de la salud que son donantes de sangre y que con su aportación contribuyen a cubrir las necesidades de hemocomponentes de nuestra comunidad y, de forma especial, a las enfermeras que ya participan en la promoción de la donación y que, además, dan vida con su donación.
FRANCISCA FERRER CARO
Adjunta de Enfermería responsable de la Unidad de Promoción, Centro de Transfusión de la Comunidad Valenciana, Alicante.
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