Compra el artículo o suscríbete para seguir leyendo
Suscríbete
Obtenga acceso a todos nuestros contenidos exclusivos.Más de más de 195 revistas con más de 1780 artículos
La enfermería comunitaria en España, tal como hoy la entendemos, tiene un recorrido que va en paralelo a la vida de la Atención Primaria, es decir, poco más de 35 años. Sin embargo, sería muy injusto que nos quedásemos con esta visión, puesto que supondría obviar la aportación de muchas enfermeras que sin recibir la denominación de comunitarias realizaron una labor que no solo está muy próxima a lo que hoy en día se entiende como enfermera comunitaria, sino que, en muchos casos, fue mucho más allá desarrollando unas competencias que actualmente se anhela que puedan realizar las enfermeras comunitarias. Nos estamos refiriendo a las enfermeras de Atención Pública Domiciliaria (APD), que eran referentes indiscutibles de la población que tenían asignada y que, en muchas ocasiones incluso, eran el único profesional de la salud existente en la zona a la que estaban adscritos.
El conocimiento de todos los miembros de cada una de las familias que componían sus “cupos”, así como de sus necesidades y demandas de salud permitía ofrecer una atención integral, integrada e integradora al tiempo que generaba unos vínculos de confianza que facilitaban la comunicación, la escucha activa y la empatía en un contexto con muchos menos recursos de los que se dispone actualmente o con dificultades de accesibilidad a los ya existentes, pero con una calidad humana que, en muchos casos, suplía dichas carencias.
Por otra parte, la enfermería comunitaria no puede ni debe circunscribirse a lo que actualmente conocemos como Atención Primaria. Entre otras cosas porque la Atención Primaria es un ámbito de actuación y no define ni determina por sí misma lo que es una enfermera comunitaria, que trasciende a dicho ámbito. La enfermera comunitaria lo es de la comunidad a la que atiende con independencia del ámbito en el que lo haga. Es cierto que mayoritariamente su campo de actuación es la Atención Primaria, pero no es el único ni exclusivo. Ayuntamientos, diputaciones, colegios, centros de salud pública,… son solo algunos ejemplos de contextos que no pertenecen a la Atención Primaria y en los que, sin embargo, las enfermeras comunitarias tienen un rol muy destacado.
Sin duda la regulación de la especialidad de enfermería familiar y comunitaria (denominación que fue mimetizada de la especialidad médica) ha contribuido, aunque solo sea en un ámbito teórico, a valorizar a las enfermeras comunitarias.
La falta de decisión política, hasta la fecha, ha impedido que ese nivel teórico trascienda a la práctica mediante la creación de puestos específicos de especialistas con delimitación clara de su ámbito competencial para permitir una adecuada, eficaz y pacífica vertebración con las enfermeras comunitarias que, siendo o no especialistas, ocupan plazas de generalistas. Este proceso es fundamental y debe producirse con una planificación que evite, por una parte, el enfrentamiento entre las propias enfermeras y con otros profesionales, por otra, determinando cómo y de qué manera van a desarrollar sus competencias en los diferentes campos de actuación y, por último y no menos importante, estableciendo unos criterios claros y transparentes que permitan avanzar en la implementación, desarrollo, crecimiento y evaluación de todo este proceso. Proceso que pasa indefectiblemente por la realización de una prueba extraordinaria de acceso a la especialidad que incomprensiblemente lleva años paralizado.
A pesar de todo y de muchos, sin embargo, las enfermeras comunitarias hemos sabido no solo adaptarnos a las circunstancias de cada momento sino prestar una atención de calidad que, sin duda, ha contribuido de manera significativa al desarrollo de la Atención Primaria en España. Negarlo o tratar de ocultarlo es negar la evidencia.
Y en este sentido es necesario destacar la publicación en el BOE de la Resolución del Marco estratégico para la atención primaria y comunitaria. Tras casi 35 años de desarrollo del que en su momento vino a denominarse nuevo modelo de atención primaria, era prioritario abordar un cambio que adecuase la Atención Primaria a la realidad social, demográfica, epidemiológica, profesional, económica… de nuestro país. Era fundamental que se generase un cambio de paradigma en el que la salud recuperase el centro de atención en lugar de la enfermedad, en el que la comunidad fuese algo más que el lugar donde se ubicaban los centros de salud, en el que la participación ciudadana fuese real y efectiva en lugar de anecdótica y pasiva, en el que el asistencialismo fraccionado dejase paso a la atención individualizada, integral, integrada e integradora, en el que la intersectorialidad desplazase la exclusividad de la sanidad en el abordaje de las necesidades de salud, en el que las enfermeras recuperasen el protagonismo que les corresponde como líderes de los cuidados y referentes comunitarios a través del necesario trabajo transdisciplinar, en lugar de ser casi exclusivamente recursos para cubrir las necesidades de otros profesionales.
Pero con ser importante este marco estratégico, no lo es menos el desbloqueo que se ha producido para que la prueba excepcional de acceso a la especialidad de Enfermería Familiar y Comunitaria, recogida en el Real Decreto de especialidad de Enfermería de 2005, deje de ser un espejismo para convertirse en una realidad con fecha de celebración anunciada para finales de este mismo año, lo que permitirá regular la incorporación progresiva de especialistas en las organizaciones de salud. Y ello ha sido posible, por una parte, gracias a la voluntad manifiesta del equipo del Ministerio de Sanidad, pero sin duda al empeño, trabajo, implicación y dedicación de las Sociedades Científicas de Enfermería Comunitaria, AEC y FAECAP, que han hecho posible, con su trabajo conjunto y su apuesta decidida y enérgica, este derecho de las enfermeras comunitarias. Es decir, no se nos está regalando absolutamente nada, pero también es de recibo reconocer que nunca hasta ahora se habían dado las condiciones y disposición para resolver este tema.
Por último, es importante reconocer también que la oferta de plazas de Especialistas de Enfermería Familiar y Comunitaria ha aumentado de manera importante, situándose como la especialidad que más plazas de EIR oferta, adelantando por primera vez a las plazas de matrona.
Llegar a este punto no ha sido sencillo. Progresar desde este punto, no resultará tampoco fácil, pero sin duda nada hubiese sido y nada será igual sin la presencia, esencia, voluntad, rigor, aportación, posición, acción… que desde hace 25 años mantiene la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC). Y es que precisamente este año la AEC cumple 25 años y parece como si para celebrarlo se hayan dado estas condiciones, o a lo mejor es que la propia AEC para conmemorar estos primeros 25 años nos ha querido regalar a todas las enfermeras comunitarias y a la sociedad en general el fruto de tan importante trabajo durante este periodo.
En cualquier caso, lo importante no es tanto el quién sino el qué. Y el qué dependerá de la implicación que el conjunto de las enfermeras tengamos para que esas esperanzas se tornen en realidad y no queden, una vez más, en vanas ilusiones o sueños que se desvanezcan de nuevo en la protesta, las quejas o el llanto. Hace falta que las enfermeras en general y las enfermeras comunitarias en particular identifiquemos que alcanzaremos la madurez que nos permita avanzar y ser reconocidas como nos corresponde en la medida en que hagamos fuertes las sociedades científicas a través de la incorporación y actividad dinámica, reflexiva y crítica en las mismas.
La Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC) ha logrado ser visible y reconocible en todos los espacios científicos, institucionales y sociales. Ahora nos queda el que sin duda debiera ser nuestra mayor fortaleza, que no es otra que la otorgada por las propias enfermeras. ¿Vamos a dejar escapar esta posibilidad? ¿Vamos a empezar a actuar? ¿Vamos a creer en nuestras posibilidades? ¿Vamos a trabajar por lo que queremos ser en lugar de esperar a que nos digan lo que quieren que seamos? De todas nosotras como enfermeras depende que estos 25 años de la AEC sean solo los primeros de una larguísima y fructífera vida.
De momento, y ante todo, gracias por lo aportado, gracias por lo recibido, gracias por lo logrado. Feliz y saludable 25 aniversario de la AEC y 10 aniversario de RIdEC.
Pero, en este breve repaso, no se puede olvidar el trascendente papel que ha desarrollado la Sociedad Científica decana de la Enfermería Comunitaria en España, la Asociación de Enfermería Comunitaria (AEC), que cumple precisamente 25 años desde su fundación. No es posible entender la Enfermería Comunitaria en España sin el trabajo y la aportación permanente, decidida, activa, firme y rigurosa de la AEC a lo largo de estos 25 años.
De igual manera que comentábamos que no sería justo analizar la enfermería comunitaria sin valorar en su justa y necesaria medida la aportación de las enfermeras de APD, tampoco lo sería sin identificar, visibilizar y poner en valor la realizada por la AEC.
Desde la Revista ROL queremos sumarnos a este aniversario que más allá de la alegría de su celebración debe suponer una seria y meditada reflexión sobre la importancia que las Sociedades Científicas como la AEC tienen en el desarrollo científico profesional de las enfermeras en su conjunto y de las comunitarias en particular. De hecho, la madurez de una profesión viene determinada por la fortaleza de sus sociedades científicas.
La salud de las personas, las familias y la comunidad depende, en gran medida, de la aportación que las enfermeras comunitarias hagamos con nuestros cuidados, y las enfermeras comunitarias dependemos para nuestro necesario desarrollo de que sociedades científicas como la AEC sigan creciendo con nuestra implicación y participación directa en las mismas. De cada una de nosotras, como enfermeras, dependerá, por lo tanto, lo que sea la enfermería comunitaria y no a la inversa.
Felicidades AEC
José Ramón Martínez Riera
Redactor jefe de ROL de Enfermería
Ronda Universitat, 33, entresuelo 1º A, 08007 Barcelona.
Tel: (+34) 93 200 80 33
Email: rol@e-rol.es
Whatsapp: +34 660 829 100
© 2023 EDICIONES ROL S.L. Todos los derechos reservados
Complete el formulario a continuación para registrarse
Complete el formulario a continuación para registrarse