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El concepto de Enfermera de Práctica Avanzada (EPA) se acuñó en la década de los 60 en los Estados Unidos. A lo largo de los años muchos países han perseguido su implementación y reconocimiento debido a la demanda continua de recursos sanitarios y la necesidad de transformación de sus modelos sanitarios. En 2002, el Consejo Internacional de Enfermeras (CIE) estableció que la Enfermera Practicante/ Enfermera de Práctica Avanzada es una enfermera registrada que ha adquirido la base de conocimientos expertos, las habilidades complejas para la toma de decisiones y las competencias clínicas necesarias para una práctica ampliada, cuyas características están determinadas por el contexto y / o el país en el que está acreditado/a para ejercer. En el ámbito mundial, se han identificado barreras de implementación de las EPA que incluyen una gran disparidad de denominaciones, diferentes requisitos educativos y variabilidad en el nivel de carrera profesional. A pesar de estos desafíos, ha habido un aumento exponencial en el número de nuevas oportunidades de trabajo para las EPA y su desarrollo profesional a escala global.
En nuestro contexto y en el ámbito nacional, no existe regulación ni reconocimiento profesional para las enfermeras que desarrollan una práctica avanzada; sin embargo, las EPA han sido una realidad durante algún tiempo con el fin de cubrir las necesidades poblacionales del sistema de salud actual. Actualmente, existe una demanda real de establecer modelos de atención sanitaria sólidos, con profesionales que trabajen interconectados y optimizando los recursos en su máximo potencial. Una estrategia para lograrlo es centrarse en las fortalezas de los trabajadores sanitarios, decidir quién hace qué, capitalizar sus competencias y maximizar el alcance de su práctica.
Las EPA desempeñan un papel esencial como solución para resolver las necesidades actuales e impulsar un cambio real en el sistema sanitario.
Según las Naciones Unidas, se espera que el número de personas de 60 años o más en el mundo se duplique en 2050. Esto significa un envejecimiento de la población que vive más tiempo con enfermedades crónicas, comorbilidades, nuevas tecnologías y salud a demanda. Por otro lado, en 2016 la Organización Mundial de la Salud declaró que alrededor del 40 % del gasto en el sistema sanitario se debe a ineficiencias de organización y debilidades de los recursos humanos sanitarios. También muchos países se enfrentan a una grave escasez de enfermeras con una gran demanda por su pericia y capacidad.
En consecuencia, las organizaciones deben implementar nuevas estrategias para maximizar la efectividad y la sostenibilidad de los recursos existentes. En España, las enfermeras somos la mayor fuerza laboral del sistema sanitario (representamos más del 50 %) y proporcionamos una amplia visión y un profundo conocimiento del sistema global. La práctica avanzada se desempeña dentro de ciertos dominios, como la práctica clínica, la atención integrada, la colaboración interprofesional, la educación, la investigación y el liderazgo. Dentro de estos dominios encaminados a la optimización del sistema sanitario, las EPA pueden realizar actividades específicas en las que puede haber una sustitución o suplementación de tareas de otros profesionales sanitarios. Según Maier, Aiken y Busse, en 2017 en los países donde ha habido una sustitución de tareas dentro de una reforma regulada se ha alcanzado un nivel considerablemente más amplio de práctica clínica.
En Cataluña, el proyecto IPACAT19 ha descrito las características de las EPA en todos los ámbitos de atención sanitaria y ha analizado ratios, niveles de atención y alcance de práctica en las EPA identificadas. El estudio identificó a 359 enfermeras que cumplen con los criterios de EPA, 269 (75 %) de las cuales tenían un máster o especialidad de enfermería según criterios internacionales. El análisis inicial mostró que las EPA ofrecen una mayor autonomía en la toma de decisiones (basada en su conocimiento y experiencia) y habilidades avanzadas en su puesto de trabajo. También se observó que aproximadamente el 80 % de las EPA utilizan medidas de control del servicio para promover la calidad y la eficiencia en la atención al paciente, como, por ejemplo, reducción de ingresos, reducción del tiempo de hospitalización, reducción de listas de espera, mejora de la calidad de vida, mejora del manejo de los síntomas y la seguridad en la atención al paciente, entre otros indicadores.
Las EPA tienen la capacidad de dirigir la atención sanitaria a grandes poblaciones y se encuentran en un lugar privilegiado para mostrar valor y realizar cambios reales en los servicios sanitarios, ya que están estrechamente vinculados con la práctica clínica. Organismos internacionales como el CIE o la OMS abogan por el apoyo al desarrollo de las EPA como una estrategia para lograr la Cobertura Sanitaria Universal debido a su contribución en la gestión de procesos complejos, tanto en atención especializada como en atención primaria, donde existe el mayor de retos en estos momentos.
Gestionar eficientemente las transformaciones necesarias en el sistema de salud es una prioridad para los gobiernos actuales. Tener el conocimiento del nivel de práctica y el alcance actual de las EPA existentes facilita las bases para una planificación efectiva de la fuerza laboral en un contexto dinámico donde las enfermeras desempeñarán un papel clave. Sin lugar a duda, el mayor beneficiario del reconocimiento oficial de las EPA en nuestro país es y será la población, y, en consecuencia, el sistema sanitario optimizará la capacidad de resolución de sus necesidades. Las EPA son un recurso óptimo para las necesidades poblacionales que no se abordan en el sistema de salud actual, y su regulación y reconocimiento son necesarios para capitalizar la capacidad de las enfermeras.
Sonia Sevilla Guerra, PhD
Enfermera Consultora
Área de Proyectos Clínicos de la Dirección Enfermera Hospital Clínic de Barcelona
Profesora Asociada Universitat de Barcelona
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